DISCIPULADO No. 29
FUEGO SAGRADO
El fuego tiene un poder muy grande sobre los elementos tierra y aire y
también sobre el agua. Aparentemente el agua apaga el fuego, mas no los grandes
fuegos, sino los pequeños fuegos; los grandes fuegos son avivados por el agua,
porque ésta los esparce; así que el fuego tiene poder sobre los demás
elementos. El fuego físico simboliza tu fuego interior. Este fuego se encuentra
en dos lugares: en tu columna vertebral, es tu fuego sagrado, y también en tu corazón.
El fuego principal es el fuego Divino, el fuego del Alma que se encuentra en el
corazón, donde al igual que el fuego físico, es capaz de quemar todos los otros
elementos. El amor profundo Divino que está en tu corazón, que es el corazón
del Ser es capaz de transmutar todas las cosas negativas que hay en nuestra
vida. A través el fuego del amor profundo tú puedes olvidar, perdonar,
resarcir, ser perdonado. El fuego es una luz interior; estás acostumbrado a
querer conocer todas las cosas a través de la mente pero, conociendo tantas
cosas, finalmente, no sabes mucho; al final, cuando conoces mucho de este
mundo, te das cuenta que en verdad no sabes nada, porque la sabiduría no le
pertenece a la mente. La sabiduría le pertenece al corazón. El corazón habla
también, pero lo hace cuando la mente se silencia. Todos los grandes buscadores
espirituales, y los grandes Maestros, practican la ciencia de la meditación,
porque es una Ciencia Sagrada en la que se aprende a silenciar la mente, para
que desde el corazón, el fuego espiritual, hable. Un viejo aforismo dice: “Cuando
la mente calla Dios habla”. Dios habla en lo profundo de tu corazón. Cuando
Dios habla en lo profundo de tu corazón, las palabras que vienen, el mensaje
que llega, las imágenes que aparecen, no son imágenes que se encuentran en tu mente,
es decir, no recurres a tu memoria, al recuerdo, para encontrar una respuesta,
para encontrar algún mensaje sagrado, sino que el mensaje sagrado llega desde
lo profundo del corazón, mas no es exactamente tu corazón biológico, sino tu corazón espiritual.
El corazón es una palabra que se usa para referirse al centro de algo. Por
ejemplo, se dice, el corazón de la ciudad, el corazón de este planeta, el
corazón de este Universo. Cuando se habla del corazón espiritual, se habla del
fuego espiritual, del centro del Ser, de esa identidad con la Divinidad que
todos los humanos tienen, pues todos fueron creados a Imagen y Semejanza del Creador;
somos Almas divinas, fragmentos de la Divinidad, pequeñas chispas de la Divina
Flama.
A Su imagen y semejanza significa que eres idéntico a la Divinidad. No te
encuentras separado de la Divinidad, sino que te hallas inmerso en ella, y esa
fracción de divinidad que tienes, esa Alma elevada que eres, y que te identifica
con Dios, es el Centro de tu Ser, es tu corazón espiritual. Y es de ahí,
de la Divinidad misma de tu corazón espiritual, de donde surge esa conexión
maravillosa que te habla internamente. Dios te habla en tu centro del corazón,
cuando tu mente se silencia. No es fácil silenciar la mente. A través de la ciencia
de la meditación puedes aprender ese misterio, el misterio de silenciar la
mente.
Pero también a veces tu corazón hace ruido, porque está opacado por una
fuerte costra, que son tus emociones y sentimientos inferiores, las cuales no te
permiten ver la belleza que hay dentro de tu corazón. Es importante que sepas que
también tienes unas emociones de alto nivel y unos sentimientos divinos muy
hermosos; todos los seres humanos tienen esos sentimientos bellos. Esos
sentimientos y emociones elevadas, al igual que cierto nivel del pensamiento, te
pueden conectar con la Divinidad.
La Divinidad, no obstante, no habla hasta que el corazón está en
silencio y puro. Dios habla a los corazones puros. Dios habla a los seres de
mente pura.
La meditación te lleva a auscultar tus emociones, sentimientos y
pensamientos, a verlos, dejarlos pasar, y encontrar la brecha que existe entre dos
pensamientos y entre dos sentimientos, una brecha de silencio, de contacto
puro.
Cuando las emociones y los pensamientos son libres, son sanos, están
dentro de la rectitud de las normas de este Universo, entonces, en ese silencio
profundo, escuchas la voz de La Divinidad que te habla. Es una fuerza intuitiva
poderosa que te habla; es la voz de la Sabiduría que te permite hacer de canal,
de limpio canal a través del cual las aguas de la Vida Divina fluyen.
Muy pocos seres humanos buscan en realidad a Dios en esta tierra.
Un Maestro dice: “de cada mil personas, una intenta buscar a Dios y de
cada mil de esos que intentan buscar a Dios, realmente uno emprende verdaderamente
el camino de su búsqueda”. “Cualquier cosa en nuestra vida puede esperar,
dice otro Gran Maestro, pero la búsqueda de Dios no puede esperar, porque eso
es lo que en realidad vinimos a hacer a esta tierra”.
Todo lo que pretendes hacer en esta vida, un día se terminará; todas las
personas que conoces en este mundo, un día morirán y también tú, con todos tus pensamientos,
con todas tus cosas, con todos tus sentimientos, un día morirás; así que tu vida
es transitoria y todo lo que logras conseguir en ella es transitorio. ¿Cuál
es el fin de la vida si todo se termina? Es lo trascendental. Lo trascendental
que tienes es tu espíritu, tu alma, tu corazón espiritual; así que todo lo que
hagas para elevarte en tu pensamiento, en tu corazón, en tus hechos, en tu vida,
es lo que te conecta con tu corazón espiritual; todo lo que hagas para
encontrar a Dios, es lo que realmente proyecta tu ser, tu alma, a los mundos y
a las dimensiones superiores, a donde realmente perteneces. Al morir
dejas tus vestiduras, tu cuerpo, tu mente, tus emociones, tus sentimientos, tus
recuerdos, tu memoria; todo queda acá. Todas tus pertenencias, tus logros, tus
títulos, tus conocimientos, todos se quedan aquí; al otro lado del umbral solo
llevas la esencia sutilizada de
todas las experiencias que ha absorbido tu alma. Solo esa esencia
trascendental es lo que va más allá de la muerte, así que todo lo trascendental
es lo que realmente vale la pena que encuentres en este mundo.
Pero, ¿quién lo busca? Solo quien está absolutamente convencido de que
nada de lo que pueda hallar en este mundo es inmortal, o es para siempre o
eterno, y de que lo eterno, lo imperecedero, lo inmortal, es el espíritu. Quien
está convencido de esto, inicia la búsqueda de Dios. Normalmente, cuando eso
ocurre, te comienzas a preguntar, ¿Qué es lo que realmente vine a hacer a este
mundo? ¿Qué es lo que soy realmente, si mi cuerpo muere, si mi mente muere, si mis
emociones mueren, si mis recuerdos perecen? ¿Qué es lo que realmente soy? ¿Qué
estoy haciendo aquí en este mundo? ¿Existe algo más allá de la muerte? ¿Existe
algún mundo a donde el Espíritu pertenezca? Cuando comienzas a hacerte estas
preguntas en forma seria y en forma profunda, estás comenzando tu camino de
búsqueda. Cuando comienzas tu camino de búsqueda, eres como una
estrella nueva que alumbra en el oscuro firmamento; alguien ve tu estrella,
alguien ve tu luz, y cuando alguien ve esa luz que brilla en el centro del
corazón, entonces viene en tu auxilio; porque es la señal de que deseas
regresar a casa; porque de Dios vienes como Alma y a Dios retornarás como Alma,
y si has dado alguna señal de que deseas retornar a casa y has encendido tu luz
de bengala, de auxilio, de ¡hey! ¡quiero regresar a casa!, entonces un Maestro,
un enviado, un mensajero, un profeta, un ángel, una criatura divina, vendrá para
auxiliarte y enseñarte el camino.
Es el momento. Eso significa “el momento del despertar”, porque vives realmente
dormido en este mundo. Este mundo no es fácil, tiene muchas cosas
complicadas y difíciles que te traen sufrimiento. Tienes momentos de
gozo, pero son momentos de gozo perecederos, que terminan fácilmente; son
transitorios.
Te acompaña una gran ansiedad, una gran preocupación, muchos miedos,
muchos temores. Todo eso ¿cuándo terminará? Todas esas cosas terminarán
cuando encuentres la felicidad perfecta
y esta felicidad solo la hallas cuando estés en contacto con La Divinidad. Pero
aún no sabes eso. Estás dormido en este mundo. A veces, cuando vas en la noche
a descansar, y tienes una pesadilla, te parece que lo que estás viviendo allí
es real, y sufres en medio de la pesadilla, pero de repente logras despertar y
dices: “¡ay qué alivio, era tan solo un sueño!” Lo mismo ocurre cuando mueres;
al morir, después de haber vivido tantas cosas, despiertas en el mundo del
espíritu y dices finalmente: “Oh, la vida era solo un sueño. Mi realidad, mi
hogar, mi casa estás aquí. Qué suerte que era solo un sueño”.
Pero no se trata de que esperes la muerte para despertar. Es necesario que
mueras antes de morir; es necesario que despiertes estando vivo. Eso se llama
morir antes de morir, despertar del sueño de la vigilia. Tienes que despertar
al mar divino, despertar de tu largo sueño. En el momento del despertar,
la luz alumbra en el corazón y serás hallado, hallado por Dios mismo a través
de sus ángeles, mensajeros, enviados profetas y maestros. Entonces, alguno de
ellos te encontrara para guiarte. Es como un mágico guardián invisible que te espera
en la noche, para alumbrar con su lámpara, para guiarte en mitad del camino, y
desterrar todas las tinieblas de tu vida e indicarte cuál es el verdadero
camino de la luz, para regresar a Dios.
No esperes a la muerte, al momento de la muerte, para acordarte de Dios,
para acordarte que tu mundo no es este mundo. Como dijo el Señor Jesús de
Nazareht: “Nuestro Reino no es de este
mundo”. ¿Cuál es el mundo del que hablaba el Señor cuando dijo “mi
Reino no es de este mundo”? Se refería al mundo del espíritu, tu mundo
verdadero, tu realidad verdadera, pues tu naturaleza verdadera es la
conciencia, la existencia y la bienaventuranza o felicidad; has de desarrollar
estas tres cosas, ser consciente de estas tres cosas: conciencia, existencia y
bienaventuranza. Has de tener conciencia de existencia en la eternidad,
conciencia de la infinitud de tu alma, porque tu espíritu es infinito, sin
límites, es infinito como este universo, y has de tener la conciencia de la
bienaventuranza, de la felicidad, porque ese es el estado natural del alma.
Así que infinitud, eternidad y felicidad, son tus estados verdaderos;
pero mientras estés dormido, no es posible que encuentres eso; no es posible
que percibas esas cosas maravillosas. Recuerda siempre que, aunque los años
pasen implacables, tu verdadera esencia es la eternidad; aunque te sientas constantemente
inquieto y ansioso, tu verdadera esencia es la quietud que trae la felicidad, y
aunque te sientas ignorante en este mundo, tu verdadera esencia es la
conciencia infinita, que te trae la sabiduría perfecta de Dios.
Cuando comienzas a quemar, como en un ritual simbólico, todas las cosas
negativas de tu vida, es como si quitarás una gran costra de tu corazón, que
hace que puedas mover la luz que está en tu interior. Cuando haces este proceso
de purificación y limpieza una y otra vez en tu vida, tarde o temprano, el
fuego interior alumbra, y la estrella, se proyecta en el cielo, iluminando el
firmamento en medio de tu oscuridad.
Cuando la luz ha alumbrado, no solo alumbra para ti, sino que desde esa
luz que brilla en tu alma, podrás iluminar el camino de los que vienen atrás, o
de los que caminan al lado tuyo, y esto se convierte en un proceso
extraordinario; descubres el misterio de la verdadera vida y sabrás realmente
lo que es vivir.
Si fueras a hacer un agujero en la tierra para llegar hasta el ígneo
magma, necesitarías de un gran esfuerzo y persistencia y de un equipo
especializado en excavaciones profundas. Tendrías que desechar muchas
capas de diversas clases de lodos y roca antes de lograr que el fuego volcánico
se elevara y emergiera a la superficie. Lo mismo sucede en la búsqueda
espiritual; si deseas llegar al centro del fuego divino, es necesario un
esfuerzo poderoso, una gran disciplina y la guía de un experto, y hay que
deshacer las diversas capas del ego. Solo así será evidente el resultado y el
fuego espiritual de tu Ser verdadero ascenderá.
Hay una escritura secreta que debes leer; es el libro de tu corazón.
Cuando abras tu corazón al Amor divino, el texto será abierto y te revelará los
misterios de la Sabiduría. Solo puedes leer la escritura en la mágica quietud
de la noche del ego, y el lector será tu Alma, que una vez despierta, nunca más
dormirá; siempre velará, a la espera de Dios. La luz de la Conciencia Divina será
la lámpara que te iluminará para que leas el libro de ocultos arcanos. Debes ir
a la noche silenciosa, donde tu ego callará; deja que tu Alma vigilante
encienda la lámpara y espera atento mientras el corazón te habla. Sera la voz
del Eterno que en tu corazón despierto plasmará, una a una, las letras del
lenguaje de tu alma, en el idioma secreto que destruye para siempre tu ignorancia.
Hay en el corazón un pasaje, que te llevará a un oasis de calma; es la
puerta secreta que te conducirá al templo de tu Alma. Allí escucharás la voz de
Dios, la dulce canción de la Divinidad que, en efluvios de amor, te embriagará
con el elixir de la Sabiduría. Cuando logres ascender a tal altura, en la
sagrada montaña de tu Ser, las letras sagradas de la palabra sabia se precipitarán
en las tablas sagradas de tu mente bruñida. La divina palabra es silenciosa,
pero realmente mágica. Susurra a tu oído y convierte la vibración en luz y ésta
en enseñanza, al igual que le canta a la burda piedra en las entrañas
silentes de la tierra, para convertirla en amatista y diamante, o a la nube
sutil para que caiga y se transforme en cristales de blanca nieve. Es la misma
voz que le canta al botón de jazmín para que se abra en la noche y exhale su
deliciosa fragancia, y la que inspira el hermoso canto del ruiseñor y de la
alondra, que alegran la alborada. Es la ambrosía espiritual que invoca el
sagrado poeta, que toca tu corazón y te hace sentir a Dios cuando declama.
Es el poder del nombre de Dios que un santo pronuncia en alabanza, y le
eleva, en éxtasis sagrado, a las divinas mansiones del Alma.
Y ¿cómo llegas a esa secreta puerta que está más allá del vano sentir? ¿Cómo
alcanzas el templo sagrado de tu Alma? ¿Cómo conquistas el verdadero
corazón espiritual, el reino de la verdad y de la calma?
Solo el corazón secreto habla cuando la ordinaria mente calla. Solo
Dios te hablará si te elevas en el silencio profundo del éxtasis del Alma. Y
solo lograrás tan alta espiritual levitación, si purificas en verdad tu amoroso
corazón, y llamas al Divino con tan profundo anhelo que todos los cielos se
estremezcan con el eco de tu voz, que Su presencia clama. Cuando ya nada
en este mundo te perturbe, cuando solo al Eterno veas como fuente real de
todo lo existente, y cuando esta Divina Realidad inmanente sea lo único que en
verdad te llama, hallarás el pasaje secreto que te llevará al infinito
santuario de los tesoros del Alma, allí donde la Felicidad es plena, la Sabiduría
perenne y la Existencia eterna.
Alipur Karim (Abdul Salam)
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