DISCIPULADO No.5
ROMPIENDO EL VELO
ASTRAL
Él discípulo
debe hacer un interesante trabajo con su cuerpo mental, el cual consiste en una
triple transformación del proceso del pensar, con miras a tener una mejor
apreciación de la realidad y un contacto directo con la Sabiduría. Tres velos
deberán ser rotos por la fuerza espiritual en el entrenamiento de su mente: el
velo astral, el velo mental y el velo espiritual. El primero busca conectar la
mente con la respuesta primaria del cuerpo astral, del sentimiento y la
emoción; el segundo busca romper el mecanismo del pensamiento secuencial y el
tercero logra romper la dualidad y la secuencialidad.
El objetivo
de este triple trabajo es el de permitir el desarrollo de la consciencia a
partir del proceso automático inconsciente de la mente y llevarla hasta un
nivel de percepción altamente consciente con proyección directa de esa
percepción en la mente racional y con capacidad de proyección de esa
consciencia hacia otras mentes.
El primer
trabajo consiste en descubrir que más allá de cualquier acción racional personal,
existe una respuesta primaria emotiva subconsciente que viene por la vía del cuerpo
astral. Esta respuesta primaria es instintiva,
proviene de nuestro subconsciente y es deformada por las construcciones que
hemos hecho con nuestro pensamiento, en nuestro intento por definir la
realidad, lo cual hace parte del inconsciente individual, es decir que en el proceso del pensar
interpretamos a nuestro modo y nos hacemos una idea e imagen que tomamos por la
realidad y creemos adicionalmente que ésta es la misma realidad que todos ven,
sin apreciar que cada cual maneja su propia distorsión de esa realidad.
En la
actualidad damos una gran importancia al pensamiento conceptual y al raciocinio
y creemos que este es el único instrumento de aprendizaje. Los caminantes del
sendero, al investigar el proceso de evolución, han de recordar que el manejo
de un cuerpo mental elaborado apenas comenzó en la época atlante, hace menos de
dos millones de años para la mayoría de
la humanidad, y en la época lemúrica, hace unos 65 millones de años, para los
avanzados de la humanidad que son tan solo unos pocos. Antes de eso, todo el
proceso de aprendizaje ocurrió mediante el mecanismo instintivo, libre de
cualquier proceso del pensar. Este proceso se dio con la ayuda de ciertas
jerarquías creadoras que guiaron a la humanidad futura mediante patrones
emocionales arquetípicos, sabiamente construidos por ellas bajo la dirección
del Arquitecto o Logos Solar, cuya Mente interpenetra todas las cosas que están
bajo su dominio.
El mecanismo
automático instintivo hace que en el proceso
de elaboración del pensamiento se recurra a la memoria, mas no exclusivamente a
la memoria conceptual que es la que se relaciona con el aprendizaje
intelectual, sino que se evoca un patrón
de sensación basado en las percepciones sensoriales que se captaron en diversos
momentos de experiencia relacionadas con lo que se piensa. Ese patrón incluye
nuestras sensaciones de agrado o repulsión, según si la experiencia resultó
placentera o dolorosa a nivel físico, revitalizadora o desgastante a nivel
energético (etérico) o si se experimento una sensación de emoción o sentimiento
de elevado nivel como alegría, agrado, bienestar, confianza, amor, seguridad
etc., o si por el contrario hubo vibraciones astrales bajas como temor,
angustia, ira, tristeza, celos, odio etc. Igualmente está registrado allí el impacto de
la experiencia en nuestra supervivencia. Todo lo que hayamos sentido que
amenazó nuestra vida y subsistencia activará la fuerza de repulsión propia de
los bajos niveles del mundo astral y lo que las favoreció evocará la fuerza de
atracción, característica de los elevados niveles del mundo emocional.
El patrón de
sensación genera reacciones instintivas que afectan al pensamiento, a las
emociones, reviviéndolas, si no han sido convenientemente elaboradas y al
cuerpo físico, el cual moviliza sus mensajeros químicos y nos hace experimentar
sensaciones corporales que frecuentemente están ligadas a la emoción. Si la
experiencia ha sido traumática o fuertemente impactante para el individuo, la
reacción será violenta e impactante nuevamente y el lenguaje corporal mostrará
claras señales de rechazo. Todas las sensaciones que evocan la fuerza de
repulsión generan una sensación de malestar, incomodidad o insatisfacción, que
en forma automática tratamos de evitar, mediante evasión u oposición, es decir
escapando de la experiencia externa o interna o siendo antagónicos a ella.
Esto, obviamente, limita nuestra capacidad de percepción y de aprendizaje,
cerrando nuestra mente en espacios condicionados, limitados por nuestras
apetencias y aborrecimientos y creando un gran temor de salir de allí por miedo
a perder nuestra seguridad o a experimentar dolor o sufrimiento.
Si logramos
conectar, mediante la atención, a nuestra mente con la respuesta astral
distorsionada y rompemos el automatismo condicionado que genera, veremos que
detrás de este opera el patrón original
arquetípico inconsciente, que es proyectado por la Mente Divina Macro cósmica,
y que constituye una vía segura hacia la acción recta y la clara percepción de
la realidad, lejos de toda distorsión. Solo se logra una mente abierta cuando
nuestra aparente mente individual se identifica con este primario impulso.
Después de esto será necesario romper los otros dos velos.
Medita
profundamente sobre este escrito y ante todo practica, trabaja arduamente en
ti, hasta que logras romper el velo astral.
Alipur Karim
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