DESCONDICIONAMIENTO
Y LIBERACIÓN
Para
entender el proceso de condicionamiento, es importante comprender el tipo de
operaciones mentales que en la actualidad estamos manejando. En general
efectuamos algunas operaciones o procesos intelectuales generales como la
cognición, o habilidad de comprender descubrir y hacerse consciente de la
información. Tenemos además la habilidad de codificar la información y
recordarla posteriormente. Podemos también utilizar la habilidad de generar
soluciones a problemas y la de evaluar si la información es correcta,
consistente o válida, en relación con un patrón, código o teoría establecidos.
La
información que procesamos es percibida por medio de los sentidos,
principalmente por medio de la vista y el oído. Esta información suele ser
simbólica, es decir, percibida como símbolos o signos que no tienen significado
por ellos mismos, sino uno atribuido por nosotros. En la actualidad,
incorporamos mucha información de tipo semántico, ya sea oral o escrita, y
también a través de símbolos. Adicionalmente recibimos información proveniente
de las acciones de otros seres.
Al
aplicar las operaciones mentales a la información obtenemos como resultado
algunos elementos individuales de conocimiento, algunos conjuntos de unidades
de información que comparten atributos en común, relaciones de información por
asociación, secuencias, analogías, conceptos opuestos. Desarrollamos también
relaciones múltiples que contienen estructuras complejas de información, y
transformaciones especiales de la información que incluyen posibilidades de
cambio, perspectivas, o mutaciones del conocimiento. Hacemos predicciones,
inferencias, calculamos consecuencias o anticipaciones del conocimiento.
Nos
hemos acostumbrado a manejar una gran multiplicidad de habilidades, cada una de
las cuales representa una operación mental, aplicada a un contenido específico
de información y con un resultado particular que va desde la simple
aprehensión, el juicio y el raciocinio lógico, hasta la complejidad de la
percepción abstracta. En forma automática utilizamos operaciones de memoria,
representación, comparación, atención, generalmente en secuencias temporo-espaciales
que nos permiten enfocarnos en el pasado, el presente y el futuro hipotético.
Los
resultados que se obtienen por el uso de estas habilidades mentales dependen en
gran medida del contenido de la información, de las operaciones mentales
puestas en ejecución y de los mecanismos automáticos que hemos establecido en
este proceso.
Aún
sin conocer a profundidad el sistema de obtención de información que hemos
establecido por consenso, le hemos dado tal importancia, que solemos asumir que
es la única forma de percepción que poseemos.
La mayoría de los seres humanos
se reduce a repetir la información obtenida durante siglos por otros seres
humanos. Sólo aquellos que se ven forzados a crear, por disciplina o necesidad,
hacen uso de las habilidades creadoras de la mente que permiten captar nuevas
informaciones. Ocasionalmente, los creadores o inventores son sorprendidos por
ondas intuitivas de nuevas informaciones que al ser atendidas derivan en
maravillosos descubrimientos. La mayoría de los humanos desechan la posibilidad
de estas informaciones intuitivas o no les prestan atención por juzgarlas fuera
del mecanismo aceptado por consenso como forma de cognición.
Las
acciones del ser humano están condicionadas por la información mental que
posee. La repetición de la información establece mecanismos automáticos de
respuesta físicos, emocionales y mentales. A este proceso se le denomina
condicionamiento y constituye en sí una poderosa prisión de conducta.
La
humanidad confía tanto en este proceso de cognición que cree que su habilidad
de predecir los acontecimientos, mediante su conocimiento, le capacitan para
construir su destino a capricho. El hombre común cree que basta desear para
obtener, pero al existir una gran brecha entre el aparente conocimiento de la
realidad y la realidad misma, constantemente prueba el amargo resultado de la
frustración, que aparece cuando lo que acontece es diferente de sus expectativas.
Este
consensuado proceso de cognición, en el que generalmente acumulamos información
procedente del proceso de educación, constituye un sistema cerrado de acceso a
la percepción de la realidad. La mayoría de los seres humanos no buscan
corroborar la certeza de la información recibida, sino que creen ingenuamente
en lo que es divulgado por los medios de información, la ciencia y la religión,
formando para sí mismos sistemas de creencias que son verdaderas prisiones para
el intelecto. La mente, condicionada por este tipo de información sesgada, rara
vez se acerca a la verdad porque simplemente confía en el sistema conceptual
establecido con informaciones provenientes de la percepción sensorial, la cual
es totalmente parcial, mínima e ilusoria, dado que es a partir de estas
percepciones que construimos una imagen del universo en nuestra mente. De hecho
la palabra información significa formación interior, y es en realidad lo que
hacemos cuando convertimos las percepciones sensoriales en conceptualizaciónes
teóricas o imágenes, que creemos absolutamente reales. Tal vez nuestro
principal condicionamiento consiste en creer que lo que nuestra mente forma
como resultado del manejo de las habilidades aprendidas, corresponde con la
realidad que está ahí fuera de nosotros.
El
descondicionamiento de la mente es una tarea fundamental en un trabajo
espiritual verdadero. Sin
este proceso es imposible el viaje hacia la libertad, ya que los muros de la
prisión del intelecto son difíciles de derrumbar. Este proceso no es para nada
fácil en sí mismo, y se hace más difícil aún, dado que la mayoría de las
tradiciones espirituales establecen una base religiosa, casi siempre ritual,
para el delineamiento de un sendero espiritual. La mayoría de las tradiciones
espirituales se manifiestan espantadas frente a la posibilidad de una visión
integral y complementaria del proceso. Casi todas insisten, con amenazante
advertencia, en la necesidad de seguir una creencia única con métodos únicos y
advierten de la alta posibilidad de extravío para quien se atreve a sondear en
varios caminos simultáneamente.
La
mayoría de los sistemas existentes simulan un proceso de condicionamiento,
haciendo migrar al candidato de un sistema de creencias a otro, igualmente
castrante, que constituye una nueva forma de condicionamiento cerrado. Esto
sólo significa el creer que se logra la libertad por un cambio de prisión. Pero,
aunque estos giros suelen traer un aire fresco inicial, y una temporal
sensación de liberación, al abandonar viejos paradigmas, e incorporar nuevos
rituales, bien pronto el ambiente vuelve a estar enrarecido por el moho
intelectual de la nueva cárcel.
En
el proceso de entrenamiento espiritual que sigue un discípulo con un verdadero Maestro,
el estudiante novicio debe trascender la etapa del sometimiento religioso como
método para transformar su conducta, bajo la amenaza de la condenación eterna o
de los fuegos del infierno, ya que este tipo de instrucción o condicionamiento
es propio de las sectas y no de verdaderas tradiciones libres. Este proceso de
trascendencia de los intimidantes métodos religiosos, se hace mediante el
estudio profundo, ecléctico, con una mente libre, que conduce al estudiante al
manejo de su mente abstracta, al desarrollo de procesos cognitivos no
condicionantes y al hallazgo de nuevas formas de cognición que superan el
terreno de las operaciones mentales convencionales.
Al comienzo, el Maestro
lleva al discípulo al conocimiento de los diversos caminos conceptuales del
espiritualismo, con sus rituales asociados, para luego liberar a la mente
madura de la necesidad de una creencia cerrada, pues sólo mediante el ejercicio
de una mente libre es posible acceder a los caminos de la verdad. No hay
senderos intelectuales ni rutas religiosas para acceder a la cima de la
liberación, pues no se trata de un proceso egoico, ni del desarrollo de
habilidades mentales especiales. Se trata más bien de acceder a una mente libre
de todo condicionamiento, para trascender sus terrenos y elevarse por encima de
las operaciones mentales ordinarias, al nivel de la percepción contemplativa,
experiencia de cognición no condicionada ni sesgada, lejos de toda forma de
creencia exclusivista.
Mas
no puede un novato, esclavo de los automatismos de una mente condicionada por
los vicios de la información consensuada, acceder de forma directa a este
proceso de abstracción cognitiva, ya que la luz que se percibe en las
instancias de esta experiencia, sería contaminada por la oscuridad de una mente
empantanada por los lodazales del egoísmo humano.
Es necesario que el candidato
avance paso a paso en el camino hasta agotar totalmente los temores que asedian
a la mente, y que han sido generados por la formación de falsas zonas de
seguridad, sustentadas por creencias controladoras, provenientes de fuentes
proselitistas y sectarias, fósiles ideológicos de la historia del desarrollo
mental de la humanidad. Si un estudiante novato, sin el entrenamiento necesario
para una observación imparcial y profunda, se introduce en un sondeo aleatorio
por los caminos de las antiguas tradiciones, sólo logrará un alto grado de
confusión, ya que verá todo al trasluz de los primeros velos ideológicos que
fueron colocados en su mente. Estos cepos de ideas le impedirán sumergirse en
las profundidades del alto conocimiento abstracto. Con la mente condicionada
sólo podrá nadar en la superficie del mar del conocimiento y sólo verá los
reflejos deformados de una realidad que se proyecta en el oleaje de una mente
contaminada, y dominada por los estados emocionales que se derivan del proceso
de condicionamiento. Dominado por el deseo de saber, migrará inútilmente por
las turbias aguas del conocimiento sesgado y muy seguramente caerá en las
garras del fanatismo resultante de ser atrapado por alguna nueva creencia
empática.
Aquel
que ha sido educado bajo las normas de una religión específica o sistema de
creencias durante toda su vida y se cree el poseedor de la llave que lo conduce
a la salvación o a la predilección divina y creyendo que los que no pertenecen
a su línea son herejes, no es más que un iluso, prisionero en su propia mente,
más aquel que se cree salvo o libre por haber cambiado de religión, de
creencia, de hábitos rituales o sistema
de alimentación, no es más que un reo que ha sido cambiado de prisión y duerme
en su celda, soñando que es libre. No hay ningún sistema de creencias, ningún
lugar sagrado, ninguna persona, ni un ritual específico que conduzcan a la
liberación. Es quizá el conocer esto el primer paso que permite acceder al
proceso libertario que lleva a romper las cadenas del pensamiento.
El
descondicionamiento mental es el vaciamiento de la influencia poderosa que la
información, manipulada por las operaciones mentales, ha ejercido sobre la
mente humana y ha convertido a nuestras civilizaciones en esclavas del tiempo y
del espacio. Lograr la vacuidad de esta influencia es el primer paso, y conduce
a la adquisición de una mente tranquila y silenciosa, expectante,
imperturbable, atenta. Más al igual que no es completa gloria vencer en la
batalla, este estado de quietud ha de ser superado, trascendido, ya que
constituye únicamente la antesala del elevado nivel al que conduce la
abstracción cognitiva, más allá del dominio mental. Si bien es necesario
recorrer los caminos del conocedor profundo, del observador imperturbable, del
yo observante, es necesario superar el nivel de los conceptos y la percepción
misma del que observa, para que el proceso de la iluminación ocurra. La
liberación no es una meta a ser alcanzada por un sujeto. Esto es tan sólo una
un proceso espontáneo, emergente desde el seno mismo de la infinitud, que se da
cuando el espejismo del ego es disuelto por la poderosa energía de la
abstracción cognitiva. No hay individuo alguno que como tal pueda alcanzar la
iluminación. Quien así lo afirme no es más que un ego en el más alto grado de
ilusión. La liberación es el estado natural de la infinitud, más allá del velo
de la ilusión mental. Más que una meta a alcanzar, más que una experiencia a
conquistar, más que un estado de conciencia elevado a ser logrado, la
liberación es el estado que persiste en la unicidad de la eternidad y la
infinitud, cuando a sí misma absorbe su propio velo, el cual tendió con los
hilos del tiempo, el espacio y la mente, en el maravilloso juego de la
creación.