DISCIPULADO No. 27
DISOLVER Y COAGULAR
Mensaje espontáneo de Alipur
Karim (Abdul Salam)
Emitido el 16 Abril de 2017
en el Ashram Kathar-Babaji
Cuando
la mente calla, Dios habla; cuando el
Ser habla, la mente calla; cuando el Ser
desea hablar el ego calla, debe callar.
¿Cuál ha de ser la realidad de nuestra vida? La divina esencia y nada más. ¿Qué son
relaciones, amigos y parientes, padre, madre, biología? En el ayer, solo apego;
en el hoy, solo hay polvo de recuerdos; en el mañana, nada. Largos años vividos añorando el placer de la
compañía de unos pocos, de unas pocas cosas, deteniendo algo que creemos que es
lo máximo, acumulando cosas, hábitos, manías,
pensamientos, emociones, sentimientos, construyendo un nido para todas estas
cosas. Pero al final, todo esto perece, todas las personalidades desaparecen, y
no queda nada, absolutamente nada.
¿Y dónde están todas esas cosas que se fueron? ¿A dónde
imágenes, a dónde personas? ¿A dónde sus intensas personalidades? ¿A dónde formas y figuras? ¿A dónde estrellas
antiguas que explotaron en el aire o en el espacio vacío? ¿A dónde antiguos
soles de los que ya no hay recuerdo ni memoria? ¿A dónde se han ido? Al vacío!
No existen más, no son más; nunca fueron.
Son simples precipitaciones de sueños de los hombres o precipitaciones
arquetípicas de los sueños de los dioses, y nada más.
Disolver y coagular es la magia de la alquimia de esta
creación. Los sueños se coagulan y luego se disuelven en su propia esencia, la
esencia de lo único existente. Toda esta
biología, toda esta arquitectura del Cosmos, no es más que un juego de coagular
y disolver. El Dios creador coagula, el Dios destructor disuelve. La
consciencia permanece, la existencia es Una siempre; el gozo de la quietud
perfecta permanece.
¿Quién es quién?
¿Qué somos realmente? Esencia
infinita, Esencia Una. ¿Dónde
están las almas que se fueron, que partieron a otro mundo? ¿Padres, hermanos,
dónde están? Hijos, pariente lejanos, nuestros abuelos, bisabuelos, ¿dónde
están verdaderamente? Sus formas ya se
fueron, sus emociones no existen más, sólo hay en nuestras mentes polvo de
recuerdos, y sólo sus Almas permanecen.
¿Más qué son? ¿Qué son sus almas?
Esencia de la Infinitud. ¿Dónde están?
¿En qué espacio? ¿En qué lugar? En ningún lugar: abarcan el Infinito. ¿Cuánto tiempo estarán en ese lugar como
almas en la eternidad? Y si su espacio es infinito y nuestro espacio es
infinito, es decir, si no hay espacio; y si su tiempo es infinito y nuestro
tiempo es infinito, es decir, no hay tiempo, sus almas son nuestras almas.
Están adentro de nosotros, y nosotros en ellos, porque no somos más que la
única alma existente: el Alma de este mundo.
Pero más allá, en la trascendentalidad infinita, somos
infinitos y nada más. Todo este universo es simplemente polvo de estrellas que
se convierte en polvo de recuerdos y se esfuma en el espacio-tiempo, con el
mismo espacio y con el mismo tiempo. La
esencia de nuestra vida ha de ser la manifestación de la trascendentalidad, la
manifestación de la Divinidad absoluta y sublime, que es nuestra existencia
creada. No hay más. Todo lo demás, por hermoso que sea, solo hace que nuestros
sentidos, nuestras emociones, y nuestros pensamientos, se proyecten a un
exterior inexistente, a una pantalla cinematográfica en la que se proyecta la
ilusión del mundo. Es el poder y la magia de Maya, la Ilusión Cósmica. Todas las cosas que pasaron por nuestras
vidas y que ya no están más, ¿dónde están?
¿Dónde está el polvo de sus recuerdos? ¿Acaso en la mente de un extraño?
Que cualquier extraño venga y nos diga si en su mente está el polvo de esos
recuerdos, o siquiera una imagen. Preguntémosle si en su memoria está el recuerdo
de algo que nosotros conocimos y él no. No lo tendrá en su mente; así que
el polvo de los recuerdos solo está en nuestra mente, nunca está en la mente de
un extraño. Si existiera realmente, si existiera una sensación de realidad de
eso existente, estaría en la mente de todos, más no lo está. Es sólo una
fracción creada en nuestro interior. Es una división y es un apego.
La esencia profunda del Sendero es ser conscientes de
esta magna realidad y soltar absolutamente todos los apegos, más no esperando
la muerte. Si esperamos la muerte para soltar todas las cosas, solo
encontraremos la frustración de los recuerdos y las simientes cobrarán vida,
estarán en la oscuridad, caerán en la tierra, en la tierra del olvido, pero se
manifestarán posteriormente como brotes que recrearán un espacio similar. Nunca
volverás a encontrar las mismas formas: son transitorias; pero crearás un medio
ambiente similar con tus sueños, con tus ilusiones, con lo que has puesto en tu
mente, que es creadora. Así que, para terminar de una vez con este juego, es
necesario que hagas consciencia infinita de tu esencia real y sueltes todas tus
cosas, todos tus lineamientos y todos tus apegos. Es amando sin apresar,
sabiendo que cada cosa, cada ser, cada pensamiento, existen en tu interior,
están contigo, son tu propia alma y de ahí han surgido, y de ningún otro lugar,
como alcanzamos la liberación. Sabiendo que cada cosa, cada pensamiento, cada
sentimiento, no están en un lugar ilusorio, sino están adentro, contigo, son
una unidad contigo. Son un juego, y solo hay una única realidad, y esa realidad
eres tú; más no el tú de la personalidad, no. El Tú absoluto, el único Tú
existente, el Único Ser existente, que es el mismo yo, el Sí mismo, la
naturaleza subyacente de todo lo que está manifestado, más allá de la
coagulación, en la disolución perfecta.
Todos los días, al amanecer de nuestra vida, cuando
despertamos en la mañana, volvemos a recrear todo ese mundo. En la mañana,
recién volvemos a despertar a esta ilusoria consciencia, estamos un poco
anonadados, atontados, los recuerdos de este mundo no son claros; a veces ni
siquiera sabemos dónde estamos. Pero en cuanto que abrimos los ojos y palpamos
el mundo con nuestros sentidos, volvemos a recrear nuestro juego ilusorio en el
que nos creemos seguros. Pero todo eso que los ojos perciben, se irá algún día,
hasta tus mismos ojos. Todos esos sentidos que perciben este mundo se irán
también con sus percepciones, y solo quedará el polvo de los recuerdos,
enquistado en simientes, que sembradas en la tierra de la oscuridad profunda
del olvido, resurgirán en un nuevo amanecer, en otra nueva vida.
Cuando duermes profundamente, hasta el polvo de los recuerdos
desaparece; no está más, no hay más, no existe. No hay personas, no hay seres,
no hay cosas ni pensamientos. Cuando duermes profundamente solo existe el Sí
mismo, allí en existencia plena, en quietud perfecta. Pero las simientes
sembradas son reacias, quieren desaparecer, vuelven a nacer y recrean este
mundo al despertar, al salir del estado de consciencia profunda y verdadera.
¿Cuál es la solución? ¿Acaso dormir profundamente? No,
por el contrario, es despertar profundamente; despertar del sueño, porque la Conciencia
real no es la conciencia onírica, que es simplemente un momento en el que el Alma
descansa de su sueño, pero la Conciencia Real es el despertar de esta
conciencia de vigilia, que es un sueño más profundo que el sueño profundo. Solo
que hay ensueños, ilusiones, a las que nos apegamos, nos agarramos
profundamente. La esencia del despertar
no consiste en aferrarse a esto o aquello, a este conocimiento, o a esta
práctica, o a este camino, o a esta iglesia, o a este modo de ser o permanecer.
La esencia de este camino es la Esencia misma de la Naturaleza subyacente; es
la percepción sutil y sublime del Ser Único existente. Es a ese Ser profundo al
que hay que retornar, desbaratando las ilusiones y los sueños.
El estado meditativo perfecto es una inducción a un sueño
profundo con Consciencia. Desaparecen las sensaciones, las emociones, los
pensamientos, y hasta el polvo de los recuerdos; todo, absolutamente todo. Y
estamos en un sueño profundo en el que no hay nada, pero luego, en el mismo
estado meditativo despertamos a un nivel superior, en el que hay una cognición
infinita, una Sabiduría que fluye constantemente, una luz perpetua, una quietud
absoluta, perceptible, un gozo indescriptible. Oh! Es el Gozo absoluto, es la
quietud absoluta, es la Sabiduría absoluta.
Pero el estado meditativo ha de ser apenas una muestra; es apenas una
muestra de lo que ha de ser nuestra Consciencia en forma permanente. Si hemos
despertado este estado meditativo, se extiende permanentemente en todos los
diferentes estadios por los que la aparente Alma encarnada pasa. Estando
despierto, estando soñando, estando dormido, estando en trance, estando en
meditación, ha de ser lo mismo: la expresión absoluta de su Naturaleza Única,
del Ser Único, del sentido de unidad perfecta. Siendo el Universo infinito, el
Ser es el centro, porque cualquier punto del infinito es el centro. No hay
diferencia. Hay que establecer eso profundamente en la Consciencia. No hay
diferencia entre el yo y el tú, el ego ni el ellos: somos lo mismo; es nuestra
mente la que establece la diferencia. Es el juego de soñar y el juego de
reencontrarse; el juego de disolver y el juego de coagular.
Pero ya es el tiempo de salir del juego, el tiempo del
retorno. Es la hora de la luz verdadera. Hay que salir ya de este sino. Hay que
liberarse de Maya, la Ilusión Cósmica. Es la hora del despertar, de levantar
los velos, de dilucidar los misterios bajo la luz de la Sabiduría. Es la hora
de archivar y disolver la vieja mente. Es hora de disolver el juego de las emociones
y los apegos. Es hora de disolver el culto a la maravilla biológica que se
precipita por el sueño de los dioses. Hay que encontrar, hay que rastrear, ir,
encontrar el ovillo, la punta del hilo de cada cosa, de la biología, de la
energía, de la emoción, del sentimiento, del pensamiento, de las abstracciones
profundas. Halar el hilo y encontrar el centro real, la Causa real de todas las
cosas. La Causa única, la causa que siempre permanece, la causa cuyo tiempo es
la eternidad, cuya existencia es la Infinitud, cuyo gozo es la perpetuidad
silenciosa de la quietud.
Hay que ir a lo profundo: eso es disolver. Cuando
volvemos a caer en la trampa de nuestros sueños, nos coagulamos nuevamente, y
hay que intentar disolverse, disolverse permanentemente. Las emociones
profundas nos hacen crear cosas: coagulan. Los miedos profundos nos hacen
permanecer en una zona de seguridad: coagulan. Las emociones intensas nos hacen
proteger esa ilusoria zona de seguridad: coagulan. Las emociones profundas, los
sentimientos de contacto con el Infinito, disuelven. La percepción de la
realidad profunda y de la luz que no ven los ojos, disuelven. En el proceso de
la mágica disolución está el hallazgo de la esencia del Espíritu.
Que nuestros corazones permanezcan juntos porque son un
solo corazón, son el corazón del Ser, son el corazón del Infinito. Que la
Voluntad de Dios sea nuestra voluntad, la única Voluntad. Que el Amor de Dios
sea el amor de nuestro corazón, el único Amor existente. Que la Luz de Dios sea
la luz que nos guía siempre, la única Luz existente.
Que la Voluntad de Dios y su Poder sean la Realidad, que
el Amor de Dios establezca nuestra quietud perfecta, que la Luz de Dios
establezca el río de la perfecta Sabiduría. Que así sea.
Alipur Karim