DISCIPULADO No. 8
EL DISCIPULADO Y LAS ATADURAS DEL EGO
En
el Sendero hacia el discipulado, el Yo Interno, también llamado Yo Superior,
Triple Espíritu, Ego ,Habitante Interior, Ser Interior, Self, Jivatma,
Atma-Budhi-Manas, el cual no es otra cosa que la proyección del Triple aspecto
de la Mónada o Chispa de la Divina
Llama, esa maravillosa faceta deL Creador que se ha contraído en ciertos
mundos de elevada vibración para desenvolver de sí misma la Omnipotencia, Omnisciencia
y Omnipresencia Divinas, se esfuerza por disolver las poderosas fuerzas de
cristalización propias del proceso creador, para permitirse a sí mismo la
expansión gradual de la consciencia Infinita latente.
El aspirante al
discipulado, trabajando desde este centro, se esfuerza por correr los velos que
permiten la irrupción de la luz cósmica, en diversos grados y etapas llamadas
iniciaciones. Intenta con gran trabajo purificar sus vehículos de expresión:
físico, etérico o vital, astral y mental inferior, también llamados en conjunto
naturaleza inferior, cuaternario inferior o personalidad. Estas estructuras
temporales son renovadas en cada encarnación conforme a patrones arquetípicos
propios de cada ser evolucionante individualizado. Estos patrones son modelos
de un gran conjunto de improntas grabadas desde anteriores encarnaciones en el
llamado átomo simiente, un poderoso condensado de información que posee cada
vehículo y que se despliega o desenvuelve gradualmente desde el nacimiento
hasta alcanzar el mismo nivel de la vida anterior, durante los primeros
cuarenta y nueve años de existencia.
Durante la reconstrucción todas las
improntas se convierten en poderosas fuerzas que moldean el cuerpo, la
vitalidad, las emociones y el pensamiento y dejan ver tanto el desarrollo
realizado como las falencias, que normalmente se traducen en defectos e
impurezas de la personalidad que han tomado el comando de las estructuras y que
en su conjunto constituyen el ego (con minúscula inicial para diferenciarlo del
Ego, con mayúscula inicial, sinónimo este último del Yo Interno. Cuando el Yo
superior inicia el trabajo de depuración, el ego reacciona fuertemente, con
gran intensidad, intentando conservar el control del territorio. Este ego ha
sembrado los vehículos de fuerzas que generan compulsiones, obsesiones,
enfermedades, manías, fobias, sentimientos negativos, emociones destructivas,
pensamientos condicionantes y toda suerte de energías que llevan al Yo Superior
a obnubilarse y caer en la ilusión de ser este conjunto de cuerpos que buscan
la autosatisfacción, encaminando al ser a vivir una vida en la que busca el
placer para sí mismo sin la intención de compartir, lo cual se denomina
egoísmo, la sombra poderosa del Ser Interior que lentamente teje el velo que
oculta la luz cósmica.
La decisión de entrar en el Sendero del Discipulado
obedece a un llamado interno propio del
ser que se está hastiando de su propio egoísmo y en resonancia con el hecho de
que tal vez un Maestro de la Jerarquía ha puesto sus ojos en el destello de luz
que emana del aura del aspirante. Frente a este esfuerzo que genera pequeños
despertares de claridad, como la aurora que precede al día, las fuerzas de la
oscuridad actuando a través del vínculo directo con el ego del caminante, halan
poderosamente, intentando desviarle de su cometido. Surgen entonces una
multiplicidad de situaciones distractoras o de anclas poderosas que aprisionan
al ser, tratando de impedir su avance. Algunos se refieren a estos eventos como
pruebas que imponen los Maestros. No hay tal cosa ya que mal harían tan
exaltados seres tratando de tentar al neófito, tarea que corresponde más bien a
los ángeles del abismo. Es simplemente el resultado del movimiento de fuerzas
encontradas en polaridad en el propio ser o dicho de manera más sencilla es su
propia batalla entre el bien y el mal. El Karma acumulado pasa su cuenta de
cobro para que el individuo se enfrente a sus propias falencias y desaciertos
mediante su propia consciencia. Si se evade el proceso de comprensión
consciente, los vínculos de relación se activarán de tal manera que el ser
atraerá a su alrededor a aquellos que son su perfecto espejo de luz y sombra,
situación que de hecho está contemplada en el plan inicial de encarnación ya
que la decisión de entrar al discipulado está de seguro incorporada dentro del
abanico de posibilidades del plan individual. Si aún así el aspirante evade la
solución de los grandes conflictos que aparecerán y se activarán con fuerza en
sus relaciones, simplemente caerá en la vía del dolor antes de ver realmente la
luz del Maestro.
La
entrada en el discipulado tiene un precio: el desarrollo de un plan de rectificación de los patrones arquetípicos de
los átomos simientes que generan la personalidad presente para llevarlos a
resonar con el patrón arquetípico del plan de la creación. El desfase entre
estos dos patrones constituye el karma. Si no se ha comenzado el proceso de
rectificación no hay Iniciación, no hay Discipulado y no hay realmente un
sendero hacia la luz. Toda distracción a este proceso de corrección es una
poderosa artimaña del ego para no perder su terreno. Si el candidato no está
alerta, surgirán a su alrededor muchos obstáculos frente a los cuales tomará
las decisiones que más le convienen a la personalidad, mientras su Yo Interior obnubilado
dormita. Surgirán tanto en su mente como en su alrededor ambiente otros
atractivos intereses, otros aparentemente extraordinarios planes, otras
personas que llamarán su atención y lo sacarán de sus planes de estudio, de los grupos de
trabajo, de sus momentos de introspección y de sus intereses trascendentales,
perdiendo gradualmente la conexión con la fuerza del Maestro. El ego lo meterá
en caminos donde irá en pos de reconocimiento o de un anteriormente soñado
éxito. Los apetitos, compulsiones,
hábitos, deseos y sueños vanos crecerán como por encanto cerrándole el paso a
sus nobles propósitos y si no está atento resbalará y caerá en senderos donde
nuevamente será atrapado por el mundo, desconectándose del modo consciencia y
pasando al modo ilusión. Para el ego será más importante un evento de fiesta,
un partido de fútbol, un programa de televisión, una parranda o un momento de
efímero placer que un espacio de meditación, un grupo de estudio o un momento
para escuchar la voz interna o la enseñanza del Maestro. El ego es el maestro
de las evasiones, las distracciones y las disculpas que apartan al aspirante
del Sendero de la disciplina propia del Camino del Logro Interior.
De
otra parte, ciertos karmas pendientes que el individuo espiritual ha decidido
saldar por la vía de las relaciones se harán evidentes y probablemente cobrarán
fuerza. El aspirante debe resolver cuanto antes esta situación, generando una
solución armónica frente a toda situación conflictiva susceptible de ser
resuelta por la vía del perdón, el diálogo y la reconciliación mutua, con propósito
de cambio positivo o poner distancia ante lo que no puede resolverse o donde no
hay mutuo acuerdo. Esto implica un acercamiento amoroso a ciertas situaciones y
seres o un distanciamiento igualmente amoroso y sin conflicto, de otros. El
permanecer en tensión generará energías que servirán de abono a todas las
emociones, sentimientos y pensamientos negativos que trabajan a favor del ego.
La tensión del conflicto de relación también abona la sombra del otro y se
convierte en fuerza magnética negativa que roba la paz necesaria al proceso de
desarrollo espiritual.
En
la pertenencia a grupos del discipulado, guiados por un Maestro o discípulo aceptado,
el ego suele desconocer el esfuerzo y el tiempo de los otros y el desbalance
que se genera al estar entrando y saliendo de los círculos magnéticos positivos
que generan la poderosa luz circundante que se produce como efecto sinérgico
del trabajo asociativo. El avance de la oleada grupal genera una fuerza que
eleva la vibración áurica de quienes trabajan mancomunadamente. El alejamiento
y distracción hacen que el estudiante se retrase en nivel. Al regresar puede
sentirse en disonancia o generar perturbaciones vibratorias. En este sentido es importante desarrollar un
alto grado de compromiso, sin que esto atente contra la libertad del individuo
o lo lleve al incumplimiento de obligaciones reales contraídas a nivel familiar
o social. Quien se retrasa y regresa debe adelantarse para entrar en la onda en
el nivel más alto. Si no se hace así esto se parecería al caso de un músico que
temporalmente deja lo orquesta en mitad de un concierto y vuelve al rato a
tocar la partitura en el punto donde él iba, en lugar de adelantarse para
acompasarse con toda la orquesta.
Sin
duda alguna se preguntarán cómo puede suceder que los convocados por el Maestro
puedan resultar atrapados por las ataduras del ego. Es necesario recordar aquí
que el llamamiento es hecho con base en ese pequeño resplandor lumínico del aura
del candidato propio del comienzo del despertar de la consciencia superior. El
Maestro sin embargo es incapaz de traspasar el límite de auscultación y no
entra en el campo de información del pupilo sin su autorización. El Maestro se
enfoca de hecho más en la luz que en la
sombra y brinda la oportunidad con este
criterio. La disciplina a seguir y la actitud del estudiante determinarán la
vía de aceptación definitiva al discipulado. Cabe recordar aquí las palabras de
Cristo al respecto: muchos serán los llamados y pocos los escogidos.
Si
de algún modo sientes el llamado al discipulado, recuerda que debes haber pasado
primero la etapa de probación. No se trata aquí de pertenecer o no a alguna
fraternidad en especial sino de haber vivenciado el proceso. Luego habrás sido
guiado a algún grupo de trabajo especial liderado por un discípulo. Si has sido
llamado directamente por el Maestro es porque en anteriores vidas ya
transitaste las previas etapas o ya has entrado en el sendero de los discípulos
aceptados. El número de personas encarnadas y desencarnadas que han despertado la luz de
la consciencia superior es de aproximadamente el 0.001% del total de seres
individualizados, lo cual asciende a unas 600.000 personas en este planeta. De
estos, hay unos 70.000 encarnados. De
estos, han sido aceptados como discípulos unos 10.000 encarnados y unos 50.000
desencarnados aproximadamente. Dentro de estos están por supuesto todos los
Iniciados que pertenecen a la Jerarquía o Gran Hermandad Blanca, quienes
conforman las Escuelas u Ordenes de Misterios a cuya cabeza están los Hermanos
Mayores de la Humanidad, seres excelsos que trabajan bajo la directiva del
Cristo.
Si
eres uno de esos seres que han sido llamados recuerda que perteneces a esa
pequeña minoría que va a la vanguardia de la evolución y que como tal debes dar
ejemplo viviente, enarbolando a tu paso el estandarte de la bondad que
caracteriza a los avanzados de la humanidad y que de hecho debes convertirte en
uno de los grandes servidores del mundo, en uno cuya luz alumbra el camino de
los que vienen atrás, sin vanagloria ni deseo de reconocimiento, sin esparcir
sombras en el sendero, pues como dijo el Gran Maestro Cristo, quien desee ser
el primero que sea el último y el servidor de todos.
Si
te dejas obnubilar por tu propio ego caerás en sus trampas y ataduras y muy
seguramente verás a los demás desfilar ante ti y pasarte de largo en busca de más altas cimas,
en tanto que serás puesto en la retaguardia y deberás esperar una nueva
oportunidad en otra vida, después de que elimines la escoría que dejará en tu
alma el karma acumulado.
Es
importante que los candidatos estén vigilantes de su propia llama y no dejan
que el viento impetuoso de la personalidad desbordada apague la candela que con
tanto esfuerzo han logrado encender. Termino esta lección con las palabras del
iluminado Alcione:
“Quien la palabra del
Maestro anhele,
de sus mandatos póngase
en escucha
y entre el fragor de la
terrena lucha,
su escondida luz atento
cele.”
Adelante
amigos, arriba y hacia adelante siempre, siempre,
Alipur Karim